Sin apenas suelo libre para crecer con obra nueva, Barcelona está obligada a mantener en forma su parque de viviendas.

La crisis frena el gasto, pero las subvenciones lo estimulan.

Con apenas 924 pisos en venta de nuevas promociones en toda Barcelona, se hace evidente que la calidad residencial de la ciudad pasa por la rehabilitación. Pero para muchas fincas todavía es una asignatura pendiente que solo se ejecuta bajo la presión de una inspección técnica suspendida, por un riesgo claro para el edificio, o cuando el deterioro externo es muy visible. Los altos costes y la dificultad para poner de acuerdo a las comunidades de vecinos paralizan muchas actuaciones, mientras los administradores de fincas instan a programar las intervenciones que marca la ley. El Govern regula con el mantra de la conservación. Pero ¿está en forma el parque de viviendas de Barcelona?

El arquitecto Enric Mir es miembro del grupo de trabajo de rehabilitación del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya (COAC) y de su junta de gobierno. La semana pasada presentaron el documento de síntesis que debe servir para el futuro libro blanco de impulso a la rehabilitación. El colectivo parte de la premisa de que hay que concebir estas intervenciones como «mejoras para el edificio, tras repensar las cosas», y no pensando en devolverles su carácter original, cuando en ocasiones forman parte de periodos caracterizados por construcciones de escasa calidad.

El experto tiene claro que Barcelona tiene mucho camino por recorrer en la materia y la sitúa en un nivel «intermedio» de mantenimiento, aunque muy por delante del área metropolitana. La falta de cultura al respecto se atribuye en especial a que la meteorología (poca lluvia y frío) no ha hecho de la renovación energética una prioridad durante muchos años.

Para el libro blanco, que guiará las intervenciones de futuro, los arquitectos defienden procesos más integrales de inspección por barrios y hasta espacios públicos, y con información abierta a todos. «Hay que ir más allá de las ITE», enfatiza Mir. Reclama también generar más información para el ciudadano y una espiral donde a más obras más baratos sean los costes (economía de escala) y más fácil acceder a las mejoras. Además, defiende que los «impuestos deben primar a quien ha invertido en más mejoras». Un primer nivel es de seguridad y accesibilidad, pero luego hay que escalar hacia el confort, y por fin a la arquitectura de calidad, destaca.

Sin duda, las subvenciones ayudan. Por ejemplo, el año pasado, de las 1.780 inspecciones realizadas por profesionales del Col·legi d’Aparelladors, Arquitectes Tècnics i Enginyers d’Edificació de Barcelona, un total de 930 fueron del último trimestre, coincidiendo con el inicio de una campaña de subvenciones que significaba facilidades para la rehabilitación en el caso de no superar el examen. Las ayudas municipales en Barcelona se mantienen este año. Pero más allá del chequeo, las «inspecciones deben servir para planificar mejor las futuras obras de mantenimiento y saber qué esperar», destaca Manuel Segura, director del gabinete técnico de este colegio.

El colectivo promueve también la prevención. Entre los 20 consejos que regalan: proteger la estructura del edificio, no maltratarlo con cargas de peso superiores a las previstas, conservar la fachada como elemento protector, cuidar la cubierta evitando su deterioro… son medidas claves para los elementos comunes. Pero el trabajo sigue en cada domicilio. Respetar paredes y tabiques evita la formación de grietas y deformaciones, combatir las humedades evita problemas más graves, cuidar los desagües combate los atascos y filtraciones, proteger los elementos metálicos frena la oxidación, aislar bien ahorra energía, ventilar correctamente evita la humedad, hacer obras ilegales puede perjudicar al inmueble y carece de garantía… por no hablar de la necesidad de contar con seguros que cubran un accidente. Y claro, hacer un buen diagnóstico profesional antes de lanzarse a hacer obras parche.

Fuente: El Periódico 11/2/2015

Call Now Button